jueves, 12 de abril de 2007

En Bici

Hay cosas en la vida que una vez que se aprenden jamas se olvidan. Andar en bicicleta es una de ellas. No importa cuanto tiempo pase, el día que te montas en una, de inmediato recuerdas y ya.
Tenía un amigo ciclista. Si, de esos, que su afición, deporte, profesión y pasión es la bicla. Pues resulta que mi amigo andaba como en otro "track" por la vida. Cuando hablabas con él, parecía tardar unos segundos en procesar la información, luego te respondía, con calma, muy pausado, a un ritmo que no lento pero si descuadrado. Le gustaba sentarse a mi lado y no decir nada. Yo lo respetaba. Tampoco decía nada, y luego se iba. De tal forma que nuestras "conversaciones" eran pocas, cortas y espaciadas. Aún así eramos amigos. Al paso de la vida nos separamos.
Cada vez que me subo a una bicicleta, me acuerdo de él. Y es que al empezar a pedalear y andar por el camino, no cabe duda, la vida se ve diferente.
El viento en la cara, las imágenes en rollo delante de los ojos, y el cuerpo sentado pero en movimiento, todo en conjunto, es relajante.
Eso es. Eso era, mi amigo vivía relajado. Ahora lo entiendo.
Por eso cuando ando en bicicleta, no importa cuanto tiempo pase sin montar una, lo recuerdo y me acuerdo. Me relajo y hasta me atrevo.- ¡Mira sin Manos!.-

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