miércoles, 11 de abril de 2007

TMNT

Yo nunca veo películas de princesas, de sirenas o de niñas por muy chipocludas que sean. A mi me toca ver dragones, guerreros, hombres mutantes, superheróes y coches que hablan. Ese es mi destino siendo mamá de tres niños, y la verdad es más chido.
La vida con varones tiene su encanto. Claro están los pormenores, no tan chiquitos, de la taza del baño salpicada, los eructos en la mesa, los sonoros efectos de su digestión y los tenis cual bombas atómicas. Pero fuera de eso, los niños son muy divertidos.
Estas vacaciones me he reído con sus ocurrencias. Me han pedido la cámara de vídeo para grabar una película, en la cual ellos son productores, directores y actores. Pintarrajeados y ataviados con capas, cámara en mano, los veo entrar y salir de la casa. El resultado un vídeo digno de subirse a You tobe. Con mucho gesto y jerga de pubertos, al más puro estilo Shrek. ¡Divino!
Patinetas, bicicletas, juegos de vídeo, balones y guitarras eléctricas son el pan de estos días.

Hoy para variar, me los lleve al cine. Vimos el clásico de los ochentas en género infantil varonil, Las tortugas Ninja, claro remasterizado. Nada mejor para tenerlos hipnotizados hora y media.
El director sabe bien que le gusta a su mercado, y retrata muy bien a los niños de esta época.
Si, yo se de pizza para cenar, disfraces, espadas, chacos, surf citadino y esas dulzuras.
También se que se siente ser el amor de la vida de un hombre, que se quiera casar conmigo cuando sea grande, que no exista mujer más hermosa en la tierra que yo y que mis besos curen cualquier herida. Y lo se por partida triple.
Se de las “mutaciones” que experimenta un adolescente, de los desplantes de espontaneidad de un niño de diez años al escuchar Hig school musical y de cómo un chiquito de seis puede ser un gran maestro.
Claro, me hubiera gustado tener niñas, pero la verdad no creo que me divertiría tanto.
Y si me preguntan, de las cuatro tortugas, me quedo con Leonardo.

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