lunes, 2 de abril de 2007

Los amantes

El jardín de mi abuela es una belleza. En esta época del año, particularmente, todas las flores sonríen y cada planta demuestra su alegría.
Hay dos arboles ahí, uno frente al otro. Uno es un "hoja de dólar" y el otro una gran camelina enredada en el tronco viejo de un ficus.
Sus copas se unen, se entrelazan en amoroso tejido.
Los han podado infinidad de veces y ellos se las arreglan para volver a unirse. Juntos forman una hermosa pérgola, brindando una sombra amplia y gratificante en los días de calor. Son testigos de muchas comidas familiares, festejos y confesiones bajo sus ramas. Son el escondite perfecto para los huevos de pascua y todos cuando niños nos trepamos a ver la vida desde allá arriba.
A veces su follaje es tanto que las ramas caen y es preciso agacharse para pasar entre ellos. Viene otra vez la poda, y una vez más se apuran a crecer para abrazarse.
-¡Estos dos se aman!- le digo a mi abue. Ella los mira y sonríe con beneplácito. Ella sabe de amores.

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