martes, 13 de marzo de 2007

Música para mis oídos.


Mi abuela conoció a mi abuelo siendo una niña. Ella tenía 15, él 27.
Ella ingenua y pueblerina. El reconocido músico, culto.
Y se enamoró a primera vista. Con ese amor inocente que solo el tiempo logra transformar.
El tiempo que estuvieron casados, 16 años, solo fue el preámbulo de ese amor inmortal.
Mi abuelo murió hace 50 años y es como si siguiera vivo a través de mi abuela.
Kitty, como le decimos de cariño, consagró el corazón a su amado. Desde el día que le conoció hasta el día de hoy. Solo un amor más grande ha inundado su vida, el amor a Dios.
Ahora leyendo sus memorias me topo con esa imagen de ella el día que Miguel partió al cielo, arrodillada junto a él. Leo sus palabras: "Amado mío, ya conoces a Dios a quien tanto amas. Ayúdame. Y su presencia espiritual me invadía y ya no estaba en su cuerpo, estaba en mí y me alcanzaba la fuerza para alabar a Dios, adorando su voluntad."(1)
Entonces comprendo que es a través de Dios que se han amado todos estos años. Dios fue el centro de su relación mientras vivieron juntos, y es Dios quien ha permitido que ese amor traspase la barrera de la muerte.
Hoy mi abuela camina con dificultad, sus mas de 80 años han cansado su cuerpo. No así su alma.
Ella tiene "juventud acumulada". Su mirada azul, dulce, profundísima, transmite un paz que en ninguna otra mirada he visto. Y aún sigue amando a Miguel, con el mismo amor sublime. Con la misma entrega absoluta. Con la fuerza eterna del amor espiritual.

1."Media vuelta al Corazón. Diario de una mujer." Ma. Cristina Macouzet de Bernal Jiménez

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